Antes del siglo XX no existía el noviazgo, no había ningún estado de «transición» entre la soltería y el matrimonio. Se llamaba novio/a al recién casado y por extensión al participante de la ceremonia de casamiento, incluso antes de concluida la ceremonia.
A principios del siglo XX, era el varón quien tomaba la decisión de conocer a una mujer soltera, la cual típicamente vivía en su casa paterna. El interesado se presentaba frente a los padres y, si estos lo autorizaban, podía conversar con la joven. Esta visita consistía en una charla a cierta distancia bajo supervisión de los padres y en casa de estos. De la continuidad y exclusividad de las visitas se entendía la cercanía del matrimonio.
El noviazgo, como una relación con una duración considerable, aparece en los años 1920 y 1930 en Estados Unidos y Europa y durante la primera mitad del siglo XX, estaba fuertemente vinculado al matrimonio. En esta época, el novio/a tiene las características de lo que hoy conocemos como «prometido/a». Estas son las características del noviazgo que consideran algunas religiones, como el catolicismo. Con el acceso al automóvil por parte de las nuevas clases medias de esos países, el noviazgo pasó de tener lugar en la casa y de ser supervisada por la familia de la mujer, a tener lugar en el auto del varón y a centrarse en actividades (bailar, ir al cine, etc) pagadas con el dinero del varón ya que no era usual que las mujeres trabajaran.
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